El año que España fue sede del Mundial del fútbol, Telefónica estrenaba nuevo presidente, Luis Solana Madariaga. Madrileño, licenciado en Derecho, formado en Economía y Empresariales en París y Londres, Solana tuvo clara desde el principio la necesidad de que Telefónica creciera fuera de las fronteras de España. De esta visión nace la expansión financiera de la compañía, en los mercados de Londres, París, Fráncfort y Tokio, antes de dar, en 1987, el gran salto bursátil de su historia: cotizar en Nueva York.
Telefónica presta todos los servicios de comunicaciones e informática, junto con las empresas Entel y Eria, en un hito deportivo para España que da comienzo el 13 de junio: el Mundial de 1982, la duodécima edición del campeonato mundial de fútbol organizado por la FIFA. La compañía había sido elegida para esta misión unos meses antes por el Comité Organizador del Mundial, con un contrato que ascendió a 60 millones de pesetas. El Mundial lo ganó Italia, y las conexiones y despliegues para visitantes, participantes y medios de comunicación que cubrieron el evento, fueron todo un éxito.
Unos meses antes del Mundial, a Telefónica le tocó vivir una de las páginas más duras de sus casi 60 años de historia. La banda terrorista ETA, en un atentado planeado, al parecer, durante meses, hizo saltar por los aires la central de la calle Ríos Rosas de Madrid, la más importante de la red telefónica. Una carga de 30 kg al lado del ordenador UNIVAC 1160 y otra similar en la sala de las consolas de control destruyó todos los equipos de la tercera planta del edificio. Por suerte muchas cintas de datos y el programa de los servicios se encontraban en un armario de seguridad que resistió bastante bien el impacto de la explosión. Los equipos técnicos se emplearon a fondo en recuperar el servicio, especialmente el de los grandes clientes como la banca. El atentado afectó a decenas de miles de teléfonos que tardaron varias semanas en recuperar del todo la normalidad.
¿Tienes dudas de lo que sucedió?
Pregúntale a Aura