Mucho, mucho antes de que existiera la llamada Responsabilidad Social, mucho antes de que naciera Fundación Telefónica y de que la acción social de la compañía estuviera canalizada de algún modo, un grupo de empleados unieron esfuerzos para darle forma a ATAM. Todos los telefónicos sabemos qué es ATAM, forma parte de nuestro ADN y del alma de la compañía, y nació para ser la asociación con la que Telefónica ayuda, desde 1973, a los empleados con hijos que tienen necesidades especiales. Antes con lápiz y cuaderno, ahora con IoT y Big Data, pero siempre trabajando para que tengan autonomía y puedan avanzar y crecer. Desde el mismo año de su creación, colaborar con ATAM pasó a ser parte incluso del Convenio Colectivo, y se convirtió en uno de los tres grandes pilares de la protección social del empleado, junto con el plan de pensiones y el seguro de salud.
En este año llega a Telefónica el que sería su cuarto presidente y el más breve hasta entonces. José Antonio González-Bueno Ramognino, abogado del Estado, de perfil discreto y continuista, llevaría la compañía hasta su 50º aniversario –al año siguiente- y abandonaría la presidencia un año y medio después, en 1976.
1973 es también el año de la inauguración de llamado BRACAN-I, el cable submarino con 160 circuitos de capacidad que unió España con Brasil, desde las islas Canarias hasta la ciudad de Recife. Una infraestructura puntera que sirvió no solo para reforzar las comunicaciones entre Europa y el Atlántico Sur sino también para diversificar y encaminar el tráfico por cable y satélite.
En junio de ese mismo año, Telefónica afronta un importante revés. Un pavoroso incendio se declara en la emblemática central de la Plaza Catalunya en Barcelona. Las llamas comenzaron en la sexta planta y se extendieron hasta calcinarla por completo, y también la quinta y la séptima. Cientos de trabajadores fueron desalojados a toda prisa y se contabilizaron tres heridos. Los materiales presentes en la central -cables, maderas, paneles- propagaron el fuego a gran velocidad y el trabajo de los bomberos fue casi heroico. Casi 40.000 líneas de particulares y empresas y 140 cabinas telefónicas se quedaron sin servicio durante días. Prácticamente toda la plantilla de Telefónica en Barcelona se volcó en la recuperación, que no se restableció totalmente hasta mediado el mes de julio.
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