Llega al mercado un novedoso dispositivo que resolvía un latente problema de comunicaciones y que, en su momento, revolucionó la forma de dar un aviso o alertar a alguien de algo urgente. Mucho antes de los llamados “buscas”, que siempre asociamos a los médicos o a personas con profesiones de ese tipo, Telefónica lo intentó con el mensáfono en los primeros años 70. Era el colmo de la modernidad. Se trata básicamente de un aparato pequeño, que cabe en un bolsillo, y que es capaz de recibir mensajes de texto breves vía señales de radio, y de alertar cuando los recibe. Una pequeña pantalla, algunos circuitos y la capacidad de pitar y/o vibrar, con eso bastaba. Madrid y Barcelona fueron las primeras ciudades en disfrutar de este servicio innovador que resolvió muchos problemas de comunicación hasta la llegada del móvil.
La red internacional de Telefónica en los años 70 alcanza ya un nivel de complejidad interesante. La demanda no para de crecer y es necesario seguir desplegando, literalmente, por tierra, aire y mar. “Las nuevas realizaciones -dice la memoria anual – deben integrarse en el conjunto de forma armónica y eficiente”. El cable submarino resolvía perfectamente los problemas de comunicaciones entre la península y las islas. En 1971 se había tendido el cable transcanario, el TRANSCAN, entre Las Palmas, Puerto del Rosario y Arrecife. Y 1972 es el año del PENCAN II entre Tenerife y Gran Canaria, mientras se terminaban, simultáneamente, los trabajos para el BRACAN-1, el gran cable que uniría Las Palmas de Gran Canaria con Recife (Brasil) un macroproyecto para el que Telefónica se asoció con la Empresa Brasileira de Telecomunicaçoes. De esta manera, Canarias pasó a ser el principal nodo de comunicaciones entre Europa y el Atlántico Sur. Con Baleares también se refuerzan todas las rutas gracias al PENBAL-1 que unía Barcelona con Palma.
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