Los teléfonos públicos en interiores son casi tan antiguos como la propia CTNE. El primero, se instaló en el Retiro madrileño en 1928. Y, desde entonces, miles de teléfonos de monedas en bares, hoteles, oficinas o locutorios. Pero no es hasta 1966 cuando los teléfonos se instalan en la calle. En su propia “caseta”, al principio más protegidos, después solo con poste y dos medias paredes. Nacen las emblemáticas cabinas. Son los años en los que la demanda de líneas telefónicas va muy por delante de la oferta, así que las cabinas vienen a paliar un poco esa necesidad de la gente de utilizar el teléfono. Para muchos españoles, llamar desde una de nuestras queridas cabinas fue su primera experiencia telefónica, mucho antes de que hubiera un Heraldo, un Góndola o un Teide en cada salón. En su momento álgido, justo antes de la popularización del móvil, llegó a haber en las calles de nuestros pueblos y ciudades hasta 65.000 cabinas. ¡Cuántos secretos podrían contarnos!
La compañía crece a buen ritmo y las necesidades de inversión se acrecientan. Gracias a las sucesivas ampliaciones de capital y a su buena acogida entre los accionistas, Telefónica puede ir acometiendo las necesarias inversiones para instalar más y más kilómetros de cables, más estaciones urbanas e interurbanas, para continuar automatizando su red. 1966 es un año especialmente intenso en instalación de circuitos y desarrollo de redes nacionales y provinciales para el servicio automático de abonado a abonado. El año anterior solo podían presumir de centrales automáticas Madrid, Barcelona y Zaragoza. En el 66, con mucho esfuerzo e inversión, se incluyeron en esa afortunada lista hasta 13 capitales de provincia más. Y todo ello, sin perder el foco en la calidad del servicio que se prestaba, auténtico empeño del presidente Barrera de Irimo.
El popular NO-DO le dedica a Telefónica una de las entregas de su “Revista Imágenes”, los documentales monográficos de 10 minutos en los que se trataban temas con mayor profundidad. Con el título “Al habla con Telefónica”, la pieza informativa recogía los últimos avances tecnológicos de la época y retrataba la importancia de las comunicaciones y la telefonía. Con una música de fondo de lo más sesentera y planos rodados en la sede de Gran Vía, el documental muestra una España ya desaparecida, a través de teléfonos de disco, conferencias, telefonistas, cabinas telefónicas o llamadas a números tan populares como el 003 (para información) y el 093 (para saber la hora oficial).
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