1935
Ya son casi 70 los países con los que se puede mantener comunicación. Las llamadas se multiplican y superan los 20 millones. Y la figura del comercial toma cada vez más relevancia.
21 millones de conferencias
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Llamar “conferencia” a las llamadas telefónicas que realizamos a larga distancia es un poco “boomer” como diríamos ahora. Sin embargo, así es como se llamaron durante décadas, casi siempre precedidas del verbo “poner”. Las conferencias no se hacían, como las llamadas. Se “ponían”. En 1935, la CTNE ya tenía servicio telefónico establecido con 68 países. Dentro del territorio nacional, la red se iba automatizando sin prisa, pero sin pausa. Ese año entraban en el sistema automático Almería, Badajoz, Burgos y Castellón de la Plana. Entre las llamadas interurbanas y las realizadas a otros países, la red de la CTNE cursó en 1935 más de 21 millones de conferencias. El tráfico se multiplicaba sobre una red que no paraba de crecer para dar curso a una necesidad atávica del ser humano que seducía cada vez más a los españoles: comunicarse a través del teléfono.
El arte de vender
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Además de instaladores, empalmadores, técnicos y, por supuesto, telefonistas, no faltaron desde el principio en la plantilla de la CTNE un buen puñado de agentes comerciales. El teléfono era un servicio muy nuevo y desconocido, y, aunque no había que batirse el mercado con otros competidores, puesto que la CTNE operaba en solitario, sí había que explicar al abonado o potencial abonado, las ventajas de tener teléfono en casa. El Boletín Telefónico de 1935 nos ofrece una auténtica joya: un manual del vendedor lleno de trucos y claves para lograr el éxito: cerrar una venta y lograr un nuevo abonado. El teléfono, dice el manual, “es una mercancía especial” y venderla tiene su propios métodos y reglas que el comercial debe “adaptar a su personalidad si no quiere fracasar o ser para siempre un Agente de Ventas mediano”. ¡Ojo con la mediocridad!
Construyendo centrales por toda España
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Las instalaciones y edificios de la CTNE están ya por toda España. Centrales, locutorios y “salas del público” se instalan en todas las capitales de provincia al mismo ritmo que el servicio se va popularizando. En este año, 1935, comienza, por ejemplo, la construcción de la central de Cáceres para instalar los equipos de la nueva red automática. Las centrales, diseñadas muchas veces por prestigiosos arquitectos, eran no solo las sedes de los sistemas de comunicaciones, sino también edificios emblemáticos que ayudaban a dar a conocer a la compañía y a atraer clientes e inversores.
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