Firmamos el primer contrato colectivo entre la empresa y empleados

En un ambiente social y político complejo, Telefónica hace lo posible por propiciar la paz social. En abril de 1933 se produce un gran hito: se aprueba el primer contrato colectivo entre la empresa y sus empleados, que tendrá un gran impacto interno y entrará en vigor el 1 de mayo. La jornada laboral sería la legal, de 48 horas, pero el contrato reconocía “la costumbre de jornadas reducidas”. Las telefonistas ya no tenían que dejar el trabajo si se casaban, podían tener hijos sin perder su puesto e incluso tenían un subsidio de maternidad (algo que cambió después de la guerra, cuando de nuevo se aplicó la regla de que la telefonista perdía el trabajo al casarse, cumpliendo con una de las nuevas Leyes fundamentales, el Fuero del Trabajo de 1938 que establecía: “liberar a la mujer casada del trabajo en el taller y la fábrica”). El nuevo contrato establecía también las condiciones de baja por enfermedad para los empleados “percibirán sus haberes completos durante dos semanas como mínimo y durante una semana más por cada año de servicio, hasta el máximo de trece semanas (…). Además, se creaba la Institución Benéfica y de Previsión, como instrumento de la política laboral.

Seguimos instalando teléfonos, con beneficios récord

En 1933 Telefónica obtuvo un beneficio récord de 39 millones de pesetas (234.395 euros), lo que permitió repartir un 6% de dividendo a las acciones ordinarias. El ejercicio siguiente, 1934, sería todavía mejor: 43, 4 millones de pesetas de beneficios (260.839 euros). La instalación de teléfonos prosiguió a buen ritmo y se alcanzaron los 281.229 teléfonos instalados, y de estos, el 64,38% pertenecía al sistema automático.

Medio centenar de países conectados con España

España estaba ya conectada telefónicamente con 50 países, tras la incorporación en este año de Argelia, Bulgaria, Congo Belga, Estonia, Filipinas, India inglesa, Palestina, Perú, Siria y Túnez.