Telefónica ya había puesto en marcha iniciativas de acción social como ATAM e incluso una fundación más discreta llamada Fundesco. Pero no es hasta 1998 cuando nace Fundación Telefónica en toda su amplitud, con carácter global y vocación de mejorar la sociedad. Su constitución se aprueba en la Junta General de Accionistas de ese año y nace con una dotación inicial de 300 millones de pesetas (1,8 millones de euros). En sus estatutos se recoge su finalidad: el fomento de actividades de interés general, y en especial: gestionar, promocionar, fomentar, divulgar, proteger y defender el patrimonio artístico, cultural e histórico-tecnológico de Telefónica, S.A. y el suyo propio. Igualmente se ocupará de la promoción y divulgación de la ciencia y la tecnología y su impacto en la sociedad, de la cultura, del arte contemporáneo y de las nuevas tecnologías en cualquiera de sus expresiones. Con el tiempo, Fundación Telefónica ha centrado sus esfuerzos en formar, orientar y asesorar responsablemente en competencias digitales para que todas las personas desarrollen su potencial y hagan frente a los retos del presente y del futuro impulsando una digitalización inclusiva. A través de iniciativas que ayudan a reducir la brecha educativa (proyecto ProFuturo), impulsar la empleabilidad (R4E, Conecta empleo, 42), fomentar el conocimiento (Espacios Fundación Telefónica, revista Telos, publicaciones, etc.) y promover la solidaridad y la inclusión digital ( Voluntariado corporativo-Reconectados).
Telefónica anuncia en abril de 1998 una ampliación de capital, que concluye un mes más tarde como la operación de este tipo más relevante en la historia de las bolsas europeas. Consistió en la emisión de 85.406.438 acciones nuevas de Telefónica, por valor de 427.032 millones de pesetas (unos 2.600 millones de euros) en nuevos fondos.
Es uno de los cambios más notables y audaces de la historia de nuestro logotipo. La compañía crecía en clientes, mercados, accionistas, portfolio. Era una de las compañías más importantes de España y una de las telcos más relevantes del mundo. Juan Villalonga, el presidente en 1998, considera que la compañía debe llevar completo su nombre en el logo. Que se lea y se escriba igual en todos los mercados y que luzca los colores corporativos, azul oscuro y verde. De esta forma, abandona la tradicional «T» con puntos para adoptar un elegante logotipo en el que se podía leer la palabra «Telefónica». Además, pretendía ser una apuesta por actualizarse con vistas al nuevo siglo. En 2010 estas tonalidades cambiarían, aunque no la grafía.
Telefónica aprende rápido a competir en un mercado abierto en el que nuevos agentes se disputan ya el favor del cliente. Y cuando hay competencia, lo primero es dar a conocer la propia oferta para seducir a un usuario que antes teníamos asegurado. La primera gran campaña de tarifas de Telefónica una vez liberalizado el mercado se llamó Los Planes Claros y se ha convertido en icónica. Buscando la sencillez en el mensaje y los tonos claros, Telefónica trataba de explicar al cliente las distintas opciones de llamadas y precios para tráfico metropolitano, provincial, interprovincial e internacional. Por supuesto, en pesetas. También en ese año, 1998, se consolidó la atención al cliente residencial en un solo número, gratuito, que conservamos hasta hoy: el 1004.
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