Ya sin listas de espera, erradicadas por el presidente Velázquez-Gaztelu el año anterior, y con el compromiso de instalación de cada nueva línea en el plazo de una semana, la planta crece a velocidad de crucero y se alcanzan los 14 millones de líneas en España. Entretanto, el tráfico de datos también sube como la espuma y Telefónica pone en marcha una nueva red de transmisión, la IBERPAC Plus. El mundo móvil, con una licencia ya conseguida para Telefónica y una segunda licencia en concurso, se prepara para el año de su gran explosión comercial, que será el siguiente, 1995.
Son los años del crecimiento en América Latina y la apuesta decidida por una entrada estable, comprometida y a largo plazo en la región. En 1994 llega el desembarco en otro atractivo mercado: Perú. Con la privatización de la Compañía Peruana de Teléfonos (CPT) y Entel-Perú y la adquisición del 35% de sus acciones, Telefónica toma el control del 90% del servicio de telefonía del país. Siempre -ocurrió en cada operación- en consorcio con socios locales. La entrada en Perú fue acompañada del compromiso de instalar en un plazo de cinco años más de un millón de líneas telefónicas, un hito que se consiguió en solo cuatro. Con esta operación en el país andino, Telefónica ya era el principal operador de Latinoamérica, y lo había conseguido en solo un lustro.
Galicia, una de las comunidades con la orografía más compleja del país, se convirtió en el verano de 1994 en la primera región del mundo con acceso total a la telefonía fija El presidente de Telefónica, Cándido Velázquez, y el de la Xunta de Galicia, Manuel Fraga, festejaron públicamente este hito desde el pueblo de Vila de Cruces, en Pontevedra. En poco más de año y medio se instalaron más de 130 torres de comunicación y cerca de 120.000 teléfonos en las casas, un proyecto intenso y contra reloj que Telefónica llamó “Hasta el último rincón”.
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