A finales de enero de 1989, tomaba el relevo como nuevo presidente de la Telefónica Cándido Velázquez-Gaztelu, abogado jerezano de 52 años, que previamente había sido presidente de Tabacalera y Coca-Cola. Con una clarísima orientación al cliente, de su mano elaboramos un Plan Estratégico a cinco años 1990-94, con unas prioridades de actuación, entre las que destacaba aumentar la inversión para dar un salto relevante en reducir la demanda del servicio. Uno de los objetivos, a tres años, era: superar las 37 líneas por 100 habitantes y eliminar prácticamente la lista de espera. En comparecencia parlamentaria, el nuevo presidente incidía en la necesidad de mejorar el servicio en línea con otros países de la Comunidad Europea y solicitaba para conseguirlo una modificación del marco tarifario. Algo que ocurrió en marzo de ese año, aunque el nuevo esquema de precios no estaba tan alineado con la propuesta de Telefónica. En 1989 ya se consigue algo que no había sido posible en los últimos años: reducir la lista de espera, la oferta de líneas supera por primera vez a la demanda, aunque esta no había dejado de crecer. Así, a cierre de año, y gracias al esfuerzo inversor, la densidad del servicio telefónico se elevaba a 30 líneas por 100 habitantes.
En 1989 se presta mucha atención a un compromiso adquirido hace años, la extensión de la telefonía en el medio rural. Al cerrar el año, podíamos afirmar que el 96% de la población española, viviera donde viera, tenía a su alcance alguna modalidad de servicio telefónico. En esta línea, Telefónica inicia su participación en un programa comunitario: STAR, cuyo objetivo erar facilitar la introducción de servicios avanzados de telecomunicaciones en las regiones menos desarrolladas de Europa.
Fruto de un programa iniciado en 1986, la red de fibra óptica ya es una realidad en 1989. Adoptó un trazado semejante a una autopista y para evitar problemas de saturación, estaba dotada de capacidad suficiente para absorber el tráfico previsible en un horizonte de 20 años. En las principales poblaciones comenzaron a instalarse “anillos digitales” que unían las centrales del casco urbano y unas ciudades con otras. Desde este año, Madrid y Barcelona quedaban unidas por fibra óptica, incrementando la capacidad instalada a 61.500 circuitos telefónicos y 128 de televisión. Para finales de este año estaba previsto completar más de 11.000 kilómetros de tendido.
En 1989 se pone en marcha, en fase experimental (con servicio propio y a colaboradores), la Red Digital de Servicios Integrados, con dos centrales en Madrid. La nueva y pionera red aportaba el acceso a una variedad de servicios a través de un interfaz único y normalizado entre el usuario y la red. La fase comercial se iniciaría dos años después con tres tipos de centrales de conmutación, que proveían Ericsson, Alcatel y ATT.
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