La CTNE del final de los años 50 es una auténtica persecución entre la demanda de nuevas líneas y la posibilidad de cubrirla por parte de la compañía. Año tras año la lista de personas que quieren un teléfono se hace más larga, y la CTNE tiene que hacer malabares para lograr las instalaciones en tiempo y forma. Las listas de espera crecen y la compañía requiere inversión y, para ello, capital. La fórmula de las ampliaciones de capital, aunque válida, no puede ser la única. En 1959 la CTNE consigue la aprobación del Gobierno para aplicar ciertas subidas a sus servicios: sobretasas de entre 0,25 y 3 pesetas por llamada, según el tipo de llamada, y una subida de la cuota de abono d “30 pesetas para particulares y 45 para negociantes”. De esta forma se consigue, entre otras cosas, mejorar la calidad del servicio. La compañía acredita, a finales del 59, que el 55% de las llamadas son atendidas en el acto, y el 80%, en los primeros 30 segundos.
En diciembre del 59, el presidente de EE. UU. Dwight D. Eisenhower, el famoso Ike, visitó España por primera vez. Un viaje lleno de símbolos que abrió la economía española al mundo y que se tradujo en importaciones de bienes de primera necesidad y créditos por valor de 1.500 millones de dólares. Aquel viaje a España, que el propio Eisenhower calificaría como el más caluroso que había recibido en todo el mundo, significó un paso más en las relaciones entre ambos y países y en el acceso a la tecnología que cambiaría para siempre nuestra estructura productiva. Como consecuencia, a mitad de los años 70 y contra todo pronóstico, España había ingresado ya en el exclusivo club de los países con una renta per cápita superior a los 3.000 dólares.
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