Se acerca el final de la Guerra Civil y el país continúa dividido. La CTNE ha logrado no dejar de prestar servicio en ningún momento y cubrir las necesidades de comunicaciones manteniendo además una cierta neutralidad e, incluso, impulsando tímidamente su crecimiento en infraestructuras y red. Según la memoria económica de la compañía, a cierre de diciembre del 39 las estaciones en servicio superan las 291.000. Puede leerse: “No se ocultará a los señores accionistas que el año 1939 no ha sido de normalidad, por lo que esas cifras pueden considerarse satisfactorias como demostrativas de la vitalidad de la compañía”, Estanislao de Urquijo y Ussía, presidente de la CTNE. Entretanto, el teléfono seguía siendo una herramienta fundamental para la estrategia militar, como prueba la fotografía del general José Moscardó dando indicaciones a las tropas en enero de 1939.
En marzo de 1939, un mes antes de terminar la Guerra Civil, finaliza el llamado Sitio de Madrid, y, con él, los ataques cotidianos al edificio de Gran Vía, la sede de la CTNE. A pesar de el asedio que sufrió, por encontrarse en un punto elevado de la capital y a solo seis manzanas del frente, situado en la Casa de Campo, el primer rascacielos de Madrid aguantó estoicamente los cientos de granadas e incluso obuses que impactaron contra su estructura. Finalizada la contienda, terminaron de repararse los desperfectos e incluso comenzaron a planificarse las obras para su ampliación, que se prolongarían durante toda la década siguiente, aunque ya no bajo el mando de Ignacio de Cárdenas, su arquitecto, que se exilió al terminar la Guerra.
¿Tienes dudas de lo que sucedió?
Pregúntale a Aura