Las primeras redes locales telefónicas se realizaban tendiendo conductores aéreos, hilos desnudos o cables que sobrevolaban los tejados, conectando las líneas de los abonados con la central, apoyándose en postes, torretas metálicas o templetes. Y ya en 1925, la CTNE incorpora también en su plan de extensión y modernización del servicio telefónico, el empleo de cables subterráneos. La primera experiencia de este tipo de instalación bajo tierra tiene lugar en El Escorial, un 22 de julio y gracias a ella, el nuevo sistema urbano tenía 800 circuitos, más del doble de la capacidad de la antigua central. En la Revista Telefónica Española nos encontramos la noticia llena de entusiasmo al explicar cómo se tendieron cuatro cables de cubierta de plomo con 200 pares de hilos de cobre cada uno, destacando lo singular del lugar: “Es difícil imaginar un punto de partida más significativo ni más bello. El día 22 de julio de 1925 se dieron la mano en El Escorial el victorioso pasado y, sin duda, nuestro brillante porvenir”.
El segundo año de vida de la CTNE viene lleno, como es lógico, de un montón de primeras veces. La compañía crece, los abonados se multiplican y el servicio va tímidamente instalándose en la vida de la gente. Un buen ejemplo es el sorteo de la Lotería de Navidad, un día de emociones en el que las comunicaciones son especialmente importantes. En ese año, 1925, la madrugada anterior al sorteo el cielo de Madrid se rompió en agua y rayos, y la todavía incipiente red de telecomunicaciones dejó de funcionar. En uno de esos alardes técnicos que después, a lo largo de todo el siglo, serían “marca de la casa”, los técnicos de la CTNE trabajaron toda la noche y a la hora del sorteo, para tranquilidad de periodistas, corresponsales, autoridades y ciudadanos expectantes, el sorteo pudo retransmitirse perfectamente.
Otro de los planteamientos que definen a Telefónica hasta hoy y que también arrancó en 1925 es la certeza de que todo es mejor si los empleados son accionistas y, por ello, propietarios de un trocito de aquello que están ayudando a construir. Este planteamiento, ahora tan extendido, fue pionero y revolucionario en su momento, pero la CTNE tuvo claro que los mejores prescriptores son los propios empleados. Los planes de acciones para empleados comienzan en esta fecha a razón de una acción por cada 2.400 pesetas –15 euros- de anualidad. Las acciones eran entonces de 500 pesetas, con lo que podían pagarlas mes a mes sin demasiada merma en sus nóminas, y, gracias a los dividendos, los trabajadores participaban también de los beneficios de la empresa -que ellos mismos, con su trabajo, contribuían a producir-. Este año tiene lugar, además, la emisión de acciones al público español, y su confianza no se hace esperar. El 20 de octubre se suscriben en cuarenta y ocho horas cuatro veces el importe (23.700.000 pesetas - 142.440 euros-) de la emisión de acciones preferentes.
Telefónica tiene, desde 2007, una de las mejores universidades corporativas del mundo, pero antes, mucho antes de eso, la compañía ya había entendido que el talento no basta con atraerlo y retenerlo, también hay que hacerlo florecer. Desde 1925, la CTNE forma a sus profesionales en aquellos perfiles que necesita para seguir creciendo. Es el año del nacimiento de la Escuela de Formación Técnica, la gran cantera de instaladores y empalmadores que después pudieron ayudar a otras muchas compañías en sus operaciones, desde Rumanía o Bulgaria, ¡hasta China! Los técnicos de la CTNE pasaban por ser los mejores en sus especialidades y la Escuela se convirtió en una referencia mundial.
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