En 1970 elaboramos el Plan General de Automatización, lo que implicará una prioridad en este proceso y tendrá un impacto ese año y los siguientes. Como resultado, cuatro años más tarde las cincuenta capitales de provincia cuentan ya con centrales automáticas interurbanas. Además, este Plan implicaba un cambio de modelo relevante. A partir de este momento, Telefónica se hace cargo de la explotación directa de todos sus centros telefónicos, afrontando un desembolso de 3.700 pesetas en calidad de compensaciones, así como integración en nómina de 1.400 personas. Previamente, convivía un sistema de centros propios y centros contratados o de régimen familiar.
A raíz de una decisión del Gobierno, y sin preámbulos, a través de un decreto se disponía que el Instituto Nacional de Industria (INI) transfiriera a la Compañía Telefónica la totalidad de acciones de la empresa pública Entel (Empresa Nacional de Telecomunicación, orientada a las comunicaciones internacionales), así como el derecho a explotar los servicios costeros y marítimos. Además, encomienda a Telefónica (un punto que sería clave para el futuro), la explotación y desarrollo del servicio público de transmisión de datos y de los generales y especiales para la transmisión de informaciones (se exceptúan expresamente los mensajes telegráficos y télex). Así, Telefónica se queda sola en el mercado de las telecomunicaciones, renunciando el Estado a competir en este sector. Y paga 531,5 millones de pesetas (3.194.379 euros) por Entel, más otros 193 millones (1.159.953 euros) por diversas concesiones en poder del Estado. Otra filial del INI, la Empresa Nacional Radio Marítima, pasa a Telefónica por 241 millones (1.448.439 euros).
El primer cable submarino español, el PENCAN-1, se instaló en 1965 entre San Fernando (Cádiz) y Santa Cruz de Tenerife (con 1.390 km. De longitud). Pero es en 1970 cuando una buena red de cables submarinos se pone en marcha, con grandes mejoras. El cable TAT-5, que explotamos a través de un consorcio de empresas, y tendido por AT&T entre Green Hill, en el estado de Rhode Island y Conil, en la costa gaditana, incorpora repetidores transistorizados, lo que permitía mejorar la transmisión y multiplicar por seis el número de canales de las versiones anteriores. Este sistema transatlántico, con 845 circuitos telefónicos, se completaba con un radioenlace entre San Fernando y Sesimbre, en Portugal, y con otro que cubría la distancia hasta Estepona (Málaga), donde conectaba con el nuevo cable mediterráneo MAT-1, con escala en Barcelona. Uno de los extremos amarraba en Palo (Italia) y tenía capacidad para 640 circuitos. Permitía canalizar el tráfico directamente desde Estados Unidos hasta Italia, y lo explotaban conjuntamente Telefónica e Italcable.
En 1970, cuando Telefónica cumplía 25 años desde que el Estado era su accionista mayoritario, ya había tres oficinas del accionista abiertas (Madrid, Barcelona y Bilbao). Así manteníamos un contacto diario con ellos e incluso se les propuso, a un “coste ajustado”, un seguro de accionista que cubría riesgo de muerte por accidente o invalidez tomando como base el valor nominal de las acciones. También se crearon planes individuales de inversión para ahorradores modestos que permitían aportaciones periódicas y un absoluto grado de liquidez.
En pleno verano, a media tarde del 10 de agosto de 1970, la sede de Telefónica sufrió un buen revés. Un incendio se adueña del sótano, destruyendo gran parte de los archivos generales. Fue necesario desalojar a veinte operadoras, mientras que más de cuatrocientos trabajadores pudieron permanecer en sus puestos de trabajo. El humo dificultó las labores de extinción de los bomberos, que acudieron rápidamente a sofocar las llamas.
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